El número 3
Pienso, luego
existo.
Descartes
Un hombre está sentado a la mesa sobre
un banco de 3 patas, en una habitación sin ventanas. Bebe café con 3 gotas de
brandy. Piensa. Si piensa, existe. Eso dijo el filósofo. Si deja de pensar,
deja de existir. Piensa que el banco en el que está sentado no puede
perder estabilidad. Está
sólidamente apoyado sobre el piso. Piensa que esto es así porque tiene 3 patas,
el número clave, perfecto,
irrenunciable. Pitágoras lo demostró con el teorema del triángulo.
Piensa que el universo tiene estructura
de 3 partes. El agua tiene 3 estados. La pirámide de Gize es un triángulo cuyo
vértice se dirige al cielo. El hinduismo tiene los dioses: Brama, Visnú y Siva,
que mantienen el equilibrio del mundo con la voluntad, la actividad y el
conocimiento.
Con el bastón, 3 son las patas con las
que terminamos nuestra vida, según el enigma de la esfinge de Tebas.
La constelación más conocida es la de
las 3 Marías.
El hombre piensa: que 3 eran los Reyes
Magos, que el 3 repetido era la edad del Crucificado. En el Gólgota las cruces
eran 3. La Resurrección fue al tercer día.
En la cultura medieval era el número
para descifrar el cosmos: abstracción, mística, espiritualidad.
Es el número Trinitario sagrado.
Las virtudes teologales son 3: fe,
esperanza y caridad.
El tiempo para que nazca un niño son 3
veces 3.
Arriba a la derecha del whatsapp hay 3
puntitos.
La Constitución establece 3 poderes: el
Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial
Además, el hombre tiene sobre la mesa el
libro Tres demonios de una escritora
desconocida, cuya tapa está ilustrada con una mano roja con 3 dedos
inquietantes señalando el aquelarre.
Bebe la tercera taza de café con 3 gotas
de brandy.
El hombre piensa que hay 3 momentos en
el transcurrido tiempo: nacer, vivir, morir.
Piensa también en el origen de la vida
en el planeta en el que vive, que comenzó hace miles de millones de eones,
cuando el ácido ribonucleico apareció junto a proteínas y formó las primeras
células, y las primeras formas de vida.
Piensa, el hombre, con asombro, que cada
uno de los nucleótidos tiene 3 elementos que se enlazan, encadenan y equilibran
entre sí, que los infectólogos aplican este conocimiento en los virus para la
vacuna ARN mensajero.
Ahora se pregunta si por fortuitas
causas se rompe el equilibrio en el nucleótido.
Piensa que por un imponderable está
sucediendo porque está dejando de pensar, después de la ARN mensajero,
inyectada en el brazo que sostiene la tercera taza de café con 3 gotas de
brandy.
El hombre ya no piensa. Ya no existe. Se
cumple lo que dijo el filósofo.
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